Vivir en la Patagonia me llevó a estar más en contacto con la naturaleza y sus ciclos. Me gusta tener un cuaderno botánico, en especial en primavera, donde anotar sobre las plantas medicinales que voy descubriendo en mis caminatas.
Disfruto cada estación y observar cómo el clima altera los paisajes, y también a nuestro cuerpo.






Me siento privilegiada, tengo un pequeño jardín donde crecen de manera silvestre las flores de Amancay, esas amarillas con manchitas rojas que pueden encontrar ilustradas en mis estampas.




Hace 3 años que vivo en esta casa, y desde que me mudé fui plantando diferentes especies para tener mi botiquín natural, término que tomo de mi gran maestra yuyera Sara Itkin cuyo libro influyó de manera profunda en mí, en mi despertar hacia una búsqueda de salud a través de las plantas, y que luego trasladé a las ilustraciones.
Una buena forma de aprender sobre las plantas es anotar y dibujar, recolectar algunas flores y hojitas, para luego diferenciar su forma, sus detalles, es por eso que me parece ideal llevar un cuaderno botánico, y allí asentar poco a poco nuestros descubrimientos. Es una linda actividad para pasar una tarde relajada, en conexión con la naturaleza y sus bondades.

Hay mucho para investigar sobre las propiedades de las plantas, y los saberes de los pueblos, sus recetas, cómo cuidarlas y recolectarlas. Hay recetas de preparados herbarios que podemos hacer en casa, cosechando plantas de nuestro jardín.
Hace unos meses hice un aceite de lavanda (planta que crece en diferentes zonas) que uso para masajes relajantes.
También suelo usar plantas de mi jardín para ponerle al mate, como el ajenjo, la menta y la melisa. Las cuales crecen a montones en primavera y verano.
Mi cuaderno botánico me sirve también para anotar los lugares donde ir a recolectar plantas y frutos. Como es algo que hago para mí, lo adapto a lo que me interesa en cada momento.

Y para animarles a que empiencen su Cuaderno Botánico, les comparto dos recetas que tomé del libro Plantas de la Patagonia para la Salud de Sara Itkin:
Aceite Esencial de Lavanda
- 200 gr. de planta seca (el doble si es fresca)
- 1/2 litro de aceite de girasol primera prensada en frío (yo usé el de marca Natura, aunque el mejor es el orgánico)
Se colocan las plantas y el aceite en un frasco grande de vidrio y se mezcla. Cerrar la tapa, etiquetarlo con fecha (este es un detalle que está genial tener en cuenta) y dejar al sol por 50 días (ir removiendo cada 3 ó 4 días).
Pasado ese tiempo, colar con un paño o lienzo, exprimiendo bien para extraer todo el aceite. Colocar en botellitas de vidrio oscuras (esto es para protegerlo de la luz). Etiquetar con fecha y nombre. Dura un año.
Esta receta sirve para hacer aceite con otras plantas, investigando antes las propiedades.
Tintura Madre
- 100 gr. de planta seca (el doble si es fresca)
- 350 cc de alcohol de cereales de 90º
- 150 cc de agua pura (se consigue como agua destilada)
Se colocan las plantas trozadas en un frasco grande de vidrio, se agrega el alcohol y agua. Tapar y agitar. Envolver el frasco con papel y guardar por 15 días en un lugar oscuro. Agitar cada tanto.
Pasado ese tiempo, colar o filtrar con un paño o lienzo. Colocar en botellitas de vidrio oscuras o en goteros. Etiquetar con fecha y nombre. También dura un año.
Al igual que el aceite, se puede hacer tintura con la planta que deseemos. Siempre buscando qué propiedades tienen y si su consumo nos beneficiará en algo en particular. Hay que aplicar el criterio con las plantas al igual que con los medicamentos comerciales, investigar, consultar y no excederse en su consumo.
Ahora ya pueden ir a ver qué pueden plantar en su jardín o también en macetas, y crear un lindo cuaderno botánico para tener a mano.
